Aprendizaje significativo, es tiempo de romper filas.
- Dra. Aurora Rodríguez Soldevilla
- 2 ago 2017
- 3 Min. de lectura

Hablar del aula de clase, es pensar en uno de los espacios más importantes de toda institución educativa, ya que en él se produce un fenómeno muy importante, el aprendizaje.
En este lugar privilegiado se reúnen alumnos y maestros invirtiendo gran cantidad de su tiempo en el proceso enseñanza-aprendizaje.
Considerando al aprendizaje como un proceso de construcción en el que entran en función diversos factores como lo es la disposición, la motivación, la interacción, y en donde se hace uso de recursos tradicionales y convencionales, que hacen interesante éste proceso. Siendo el docente mismo el responsable de crear una atmósfera propicia para que se dé la generación de conocimientos en un ambiente de armonía, convivencia, respeto y amistad.

En este documento se pretende resaltar la importancia de favorecer los ambientes de aprendizaje en el desarrollo de aprendizajes significativos, en el que abordaremos en primer término el concepto desde diferentes puntos de vista.
El ambiente es concebido como construcción diaria, reflexión cotidiana, y de singularidad permanente que asegure la diversidad y con ella la riqueza de la vida en relación (OSPINA, 1999). La expresión ambiente educativo induce a pensar el ambiente como sujeto que actúa con el ser humano y lo transforma. De allí se deriva que educa la ciudad (la ciudad educadora) (Naranjo y Torres, 1996), la calle, la escuela, la familia, el barrio y los grupos de pares, entre otros.
En este sentido abordaremos el ambiente áulico, como el escenario donde existen y se desarrollan condiciones favorables de aprendizaje. Un espacio y un tiempo en movimiento, donde los participantes (maestro y alumnos) desarrollan capacidades, competencias, habilidades y valores. En donde los alumnos, requieren de ser estimulados y motivados a investigar, hacer y generar conocimiento, en un adecuado espacio físico y armónico dentro y fuera del aula, transformándolo en un lugar didáctico, en el que se puedan utilizar todos los recursos disponibles y que brinden la posibilidad de generar aprendizajes duraderos.

Es decir, debemos dejar atrás viejas prácticas, rompiendo filas y organizando nuestras aulas en verdaderos espacios de conocimiento. Agrupando a nuestros alumnos en círculo, escuadra o bien en mesas de trabajo, propiciando con ello, la interacción y la colaboración grupal. Fomentando el trabajo cooperativo, para responsabilizarlos de la construcción de su propio aprendizaje y colaborando en el aprendizaje de sus compañeros, en donde se privilegie la comunicación y el intercambio de opiniones.
De acuerdo con la Secretaría de Educación Pública, se denomina ambiente de aprendizaje al espacio donde se desarrolla la comunicación y la interacción que posibilita el aprendizaje, entre sus pares, maestros, recursos y materiales para que fluya la comunicación y aprendan unos de otros, no solo conocimientos, sino también actitudes y valores.
Para la concepción constructivista, la educación escolar constituye una práctica social compleja que cumple con dos funciones: promover el desarrollo personal del educando y facilitar el acceso a los saberes y formas culturales de la sociedad a la que pertenecen, dicho en otras palabras, una función socializadora, además de promover la adquisición de aprendizajes específicos. Y que mejor manera de hacerlo que facilitando la comunicación, proponiendo tareas que desarrollen habilidades comunicativas superiores que permitan resolver las tareas propuestas: análisis, síntesis, reflexión, razonamiento hipotético y divergente.
Un ambiente áulico en la que el alumno se sienta cómodo, incluido, respetado, motivado y valorado. En donde el aprendizaje sea cosa de todos los días y se genere de forma cotidiana, experimentando, practicando, estudiando, reflexionando, tomando los errores como mero aprendizaje y en donde el maestro sea un motivador y guía del mismo proceso, dejando de ser el protagonista que fue en época pasada, por lo que invito a mis colegas docentes a romper viejos esquemas y modifiquemos nuestros aulas en espacios armónicos propios de los aprendizajes del nuevo milenio.
Finalmente quiero concluir con la siguiente frase de un Estadista y científico estadounidense “Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo “. Franklin (1706-1790), los Maestros deben de dejar a un lado el sistema tradicional, y enriquecerse de los nuevos modelos pedagógicos, para dejar el decir y el enseñar, para empezar a involucrar a los alumnos, para que el resultado sea el “Aprendo”.
BIBLIOGRAFÍA
Kaplún M. (1995). Los Materiales de auto aprendizaje. Marco para su elaboración. Santiago, Chile: UNESCO; 1995. p.55
Ospina, H. (1999). Educar, el desafío de hoy: Construyendo posibilidades y alternativas.
Secretaría de Educación Pública. (2011). Programa de estudio 2011. Guía para la Educadora. Educación Básica. México D. F., México, México: Secretaría de Educación Pública.
Dra. Aurora Rodríguez Soldevilla
Doctorado en Ciencias de la Educación
Coordinadora de la Maestría en Psicopedagogía
Coordinadora de la Maestría en Innovación Educativa
Profesor de Postgrado
Universidad del Noreste
留言